¿Debe considerarse que los Hermanos son costaleros sólo el día de la Estación de Penitencia o todos los días del año? Parte II
En el artículo de hoy voy a profundizar un poco más el tema que presenté la semana pasada. Aunque mi opinión quedó clara en el artículo anterior, no he podido olvidarme de la respuesta tan rotunda que dio mi amigo a la pregunta de si debe considerarse que los Hermanos son costaleros sólo el día de la Estación de Penitencia o todos los días del año. Según él, no es posible ser costalero sólo el día de la Estación de Penitencia ya que para ser costalero hay que vivir como tal todos los días del año”.
Al reflexionar de forma detenida en sus palabras es posible comprender lo acertado de las mismas y es que la forma de actuar de los costaleros y algunas de las “normas no escritas” que se emplean debajo de las trabajaderas deberían ser aplicadas por ellos y por el resto de los cristianos en su vida diaria.
Aunque algunos lectores puedan pensar lo contrario, es necesario reconocer que los costaleros son una parte importante para las Hermandades a la hora de cumplir con su objetivo final que no es otro que realizar una labor evangelizadora hacia el pueblo que se acerca a verlas durante la Estación de Penitencia. Con su trabajo duro y anónimo, los costaleros realizan un servicio a la Hermandad y al mismo tiempo demuestran su amor íntimo a Dios. Sin embargo este trabajo, realizado con orgullo el día de la Estación de Penitencia, debe tener continuidad en nuestra vida como cristianos. No tiene ningún sentido que después de realizar de una forma tan singular un acto público de Fe, tengamos miedo en nuestra vida diaria a proclamar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Por otro lado y aunque parezca sorprendente para los no iniciados, es habitual que debajo de las trabajaderas todos los hombres sean iguales sin distinción de ningún tipo en cuanto a su origen, edad, raza o educación. Sin ninguna duda, es posible afirmar que dentro de una cuadrilla todos sus miembros poseen la misma dignidad. Al no haber diferencias entre los costaleros se simplifica de forma significativa el proceso de integración de un nuevo miembro ya que sólo se le puede exigir la máxima sinceridad a la hora de realizar el trabajo asignado.
Este ambiente, tan atípico en una sociedad como la nuestra, hace que florezcan entre los costaleros otros valores como la solidaridad y el perdón, que suelen ir unidos de las manos. Es frecuente, que los compañeros de un mismo palo aúnen esfuerzos para ayudar a otro compañero que está pasando un mal momento, ya sea por falta de fuerzas o por las condiciones de la calle por las que se está transitando. Además, en ningún momento se le va a recriminar nada a este compañero.
Por tanto, está claro que si todos fuéramos capaces, en nuestra vida diaria, de actuar siguiendo estas normas no escritas, nuestras Hermandades y nuestra sociedad en general sufrirían un proceso de transformación que nos llevaría a estar un poco más cerca de Nuestro Señor Jesucristo.
Como conclusión final podemos decir que en estos dos artículos he recogido visiones distintas de una pregunta singular. Por un lado, los costaleros no pueden considerarse más importantes que el resto de los Hermanos, deben cumplir con su misión el día de la Estación de Penitencia y luego comprender su lugar dentro de la Hermandad el resto del año. Por otro lado, resulta evidente, en este último artículo, que las motivaciones por las que elegimos ser costaleros y los valores desarrollados debajo de las trabajaderas no pueden limitarse sólo al día en que realizamos nuestra Estación de Penitencia y deben ser cultivados a lo largo de todo el año.
José Ruiz
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