¡¡Hasta donde hemos llegado!!
Como
dije en un artículo anterior, los costaleros son unos de los grupos más visibles
dentro de nuestras Estaciones de Penitencia y su comportamiento debe ser en
todo momento intachable y ejemplarizante. En el artículo de esta semana voy a profundizar
en algunos hechos protagonizados por algunos miembros del grupo al que
pertenecemos, tanto a nivel individual como colectivo, los cuales deberían
hacernos reflexionar sobre nuestras motivaciones, derechos y deberes.
Poco después de la Semana Santa del año 2013 pudimos ver
a través de las distintas redes sociales la fotografía de un costalero de una
famosa Hermandad tomada el día de la Estación de Penitencia. En esta fotografía
se podía observar como el costalero en cuestión lucía el torso prácticamente
desnudo, al vestir únicamente una camiseta de culturista, para trabajar debajo
del paso. Independientemente de la calidad del trabajo realizado por este
costalero está claro que lo que iba buscando era unos minutos de gloria y
lucimiento personal.
A lo largo de esta Cuaresma hemos hablado largo y tendido
sobre los uniformes de los costaleros y de la conveniencia de imponerlos desde
las Hermandades. Ejemplos como este hacen que tengamos que romper una lanza a
favor de que el uniforme del costalero venga impuesto por la Hermandad ya que,
aunque todos somos adultos, en muchos casos no somos conscientes de lo que
estamos haciendo y de la consecuencia de nuestros actos.
Por otro lado, resulta preocupante que las cuadrillas de hermanos
costaleros no sepan resolver sus problemas utilizando los distintos medios recogidos
en los estatutos de las Hermandades a las que pertenecen. Este año hemos podido
leer, en al menos en dos ocasiones, como algunos hermanos costaleros utilizaban
para resolver los conflictos internos con sus Hermandades medios que sin lugar
a dudas se encuentran más cerca de aquellos utilizados por los sindicatos o
cualquier otra asociación laica que los que deberían ser utilizados por los
grupos pertenecientes a las Hermandades y Cofradías —carteles anónimos de
denuncia, manifestaciones o escrache.
El hermano costalero ante cualquier problema con el
capataz de la Hermandad debe acudir a la Junta de Gobierno de la misma para
intentar solucionarlo. Es cierto que el capataz es seleccionado por la Junta de
Gobierno y que en un primer momento puede parecer que es intocable. Pero la
Junta de Gobierno debe recordar que son elegidos en votación democrática por
los hermanos, los cuales depositan su confianza en ellos para el buen regir de
la Hermandad, de forma que no deberían defraudarlos. En caso de no ser atendida
la petición, al hermano siempre le quedara el recurso de llevar el problema a
la asamblea general de Hermanos que constituye el máximo poder de decisión
dentro de las Hermandades.
Recientemente hemos podido leer en los periódicos que
algunas Hermandades han comenzado a pedir la partida de Bautismo a aquellos que
quieren inscribirse como hermanos. Este hecho, aunque parezca sorprendente, viene
a demostrar una vez más que debemos practicar la coherencia a la hora de
conciliar nuestra actividad pública como cristianos y nuestra vida privada. No
resulta coherente que una persona que no está bautizada pertenezca a una
Hermandad.
Para finalizar con este artículo voy a referir un
comentario que pude escuchar hace unos días en una tertulia cofrade de la
capital. El autor de este comentario indicó que en las cuadrillas de hermanos
costaleros había algunos componentes, que habiendo ido voluntariamente a
igualar, ni tan siquiera sabían el nombre de los Titulares que portaban sobre
su cerviz. Este caso, real aunque parezca insólito, hace que nos preguntemos
por los motivos que tienen estas personas para convertirse en costaleros de
nuestras Hermandades y demuestra una vez más la importancia de la formación y
la coherencia en nuestras vidas.
La formación es fundamental en nuestra vida como
cristianos dentro de las Hermandades, no podemos conformarnos que el hecho de
tener que estar Bautizado para pertenecer a una Hermandad o haber recibido el
Sacramento de la Confirmación para participar como miembro de una Junta de
Gobierno. Con casos como el anterior, no es de extrañar que desde algunos
círculos próximos a la Hermandades, se esté comenzando a sondear la posibilidad
de realizar una especie de preparación “noviciado” previo a la integración como
hermano de pleno derecho en las Hermandades. Este “noviciado” tendría carácter
obligatorio y una duración de un año. En él, además de la catequesis para
aquellos que no hubieran recibido el Sacramento de la Confirmación, se
realizarían una serie de cursos de formación que ayudaría a la preparación de
los hermanos para la vida futura dentro de la Hermandad.
Comentarios